Yo soy ferviente seguidora de la idea de que la paciencia
siempre da buenos frutos. No es fácil, en eso estamos claros, y menos en esta
época de prisas e instantaneidades en la que todo lo queremos para ya. Nos recomendaba Ralph Waldo Emerson en el
siglo XIX: "Adopte el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia".
Y antes de él, en el XVIII, Benjamín Franklin decía: "Con la paciencia y
la tranquilidad se logra todo...y algo más". Yo estoy de acuerdo con ellos.
Ya hace un tiempo escribí sobre la paciencia.
Fue en los días en los que comencé a "entrenarme" en ella. Y recuerdo
haber citado a un escritor venezolano, Rafael Osío Cabrices, quien decía en
un artículo que él había descubierto que la paciencia se puede entrenar “como a un músculo, con flexibilidad, con
templanza y con tenacidad, y que se puede ser paciente sin ser pendejo, sin ser
lento, sin ser abúlico y sin ser conformista”.
Han tenido que pasar muchas cosas en mi vida para que yo
lograra entender las bondades de la paciencia, de la calma, de la confianza, en
fin, de lograr mantener algo de orden en mi clóset
mental. Pero las cosas siempre pasan por algo (a mucha gente le molesta
esta idea...hasta que la entienden) y el tiempo se ha encargado de demostrármelo.
El dedicarme a lo que me apasiona como es la corrección
de textos, el tener mi página web y haber publicado el libro que había soñado
desde hacía tanto tiempo, ha sido fruto de esperar en calma, actuar en sintonía
con lo que me apasiona, enfocarme en eso y agradecer cada pequeño logro como si
alcanzara la cima del Everest.
¿A qué viene todo este bla, bla, bla? A que después de
dos años de haberle escrito a Eli Bravo preguntándole
si podía prologar
mi libro y haber tenido la dicha de que decidiera hacerlo, después de un año de haber bautizado el libro
y sacarlo a la luz y unos meses después de haber comenzado a trabajar en la
corrección de sus libros...al fin, pude conocerlo en persona y darle el abrazo
que tenía guardado para él.
La mejor prueba a mi paciencia y confianza fue lo que
sucedió ese día. Eli daría una conferencia en mi ciudad (Activa tu inspiración) y quedamos en que nos
veríamos para conversar y para que él me entregara los ejemplares de los libros
que le había corregido y que ya estaban a la venta. Conversamos telefónicamente
varias veces esa tarde tratando de cuadrar los minutos para encontrarnos antes
de su conferencia y sentarnos con calma a hablar. Pero cada vez surgía algo y
la posibilidad del encuentro se desvaneció.
Confieso que de haber sucedido esto unos años atrás, ante
la primera dificultad me hubiera puesto a llorar y a preguntarme: ¿Por qué a
mí? ¿Por qué todo se hace tan difícil? Esa tarde, mi cesto de paciencia y
confianza estaba lleno y una vez que decidimos que esperaríamos al final de la
conferencia a que él terminara de atender a los asistentes que quisieran
conversar y tomarse fotos con él para sentarnos unos minutos a conversar
rapidito, lo asumí con una tranquilidad que a mí misma me sorprendió.
Pero la verdadera sorpresa estaba por llegar. Me fui con
mi hijo temprano para lograr un buen puesto y disfrutar de la charla de Eli
desde bien cerquita. Gracias a mi amiga Yenny Medori, de Elefantes y Ratones, así fue. Primera
fila. Mejor imposible.
Foto de Jorge Buinizkiy |
Luego de una conferencia sencilla, inspiradora y directa
al corazón, recibí una de las sorpresas más bonitas de mi vida. Al terminar,
Eli pidió unos minutos para entregar unos libros a tres asistentes. Entregó los
primeros dos y entonces comenzó a hablarle al auditorio maravillas de una
persona a la que agradecía su trabajo. Puros elogios salían de su boca para esa
persona...¡que resulté ser yo! No te puedo explicar mi falta de palabras, ni las
ganas de llorar de la emoción, ni la temblequera de mis piernas. En ese momento,
Eli tomó los dos libros y me llamó a recibirlos. Allí después de dos años de
aquel primer correo le pude dar el abrazo lleno de agradecimiento y cariño que
le tenía reservado.
Nunca sabemos por qué pasan las cosas, ni por qué algunas
veces pareciera que no salen como uno las esperaba o las deseaba. Yo me estoy
acostumbrando a tener la paciencia necesaria para disfrutar la sorpresa que me
espera, siempre tengo confianza en que será agradable y superará cualquier expectativa.
No me ha fallado.
Cada vez que tengo la tentación de exasperarme porque las
circunstancias no son las que yo quiero, o porque pasan cosas que no son de mi
agrado, respiro profundo y recuerdo momentos como este con Eli en los que la
paciencia y la confianza han resultado ser la mejor decisión.
Prueba a entrenar
tu paciencia, cuéntame cómo te va. Yo, mientras, seguiré por aquí poniendo
ladrillos en mi vida en construcción.
"Paciencia...lo bueno llega". Justo para mí. Hasta me puse a llorar y todo. Últimamente he estado muy susceptible. Sé y te creo que "las cosas siempre pasan por algo" me hace feliz que seas feliz. Que sigan lloviendo bendiciones. Muack!
ResponderEliminarGracias por tan bello e inspirador relato. Escribes muy bien felicidades por la construccion de tu vida
ResponderEliminarGracias <3
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