¿Te has fijado cuántas
tonterías pasan por tu cabeza a cada momento? Caminas en automático mientras en
tu cerebro hay una cháchara mental que la mayoría de las veces se refiere a
problemas y preocupaciones. Lo peor es que te atascas en esa conversación sin
sentido y vas impregnando con esa energía todas las actividades del día.
Nos hemos acostumbrado tanto
a esa conversación imaginaria, que incluso cuando estamos hablando con gente
real frente a nosotros, en vez de atender lo que nos dicen, estamos prestando
atención a la conversa interna. La mayoría de las veces no escuchamos a
nuestros interlocutores, sino que cerramos el oído y nos dedicamos a fabricar
respuestas aunque no nos las hayan pedido.
Nos perdemos ese momento
mágico de sentir la conexión con aquello que nos están diciendo, de ponernos en
sintonía con la vibración del otro y hacer de la conversa un verdadero momento
de comunicación.
Estoy convencida de que eso
es consecuencia del gran desorden que tenemos en el que yo llamo el clóset mental. Como les conté en una
entrada anterior, a finales del 2013 publiqué mi libro "Organiza tu clóset mental y vive mejor". Limpiar el
clóset mental es deshacernos de todos esos pensamientos, creencias y emociones
negativas que cargamos encima y que no nos sirven de nada. A lo mejor nos
quedan apretadas, o demasiado grandes, o están rotas o simplemente ya no
cuadran con nuestra vida. Igual que en nuestro clóset real.
Es por ese desorden en este
clóset que cargamos en la cabeza que muchas veces dejamos de aprender mil cosas
porque no tenemos espacio para ellas. Cada encuentro con otra persona es una
oportunidad de recargar energía y de asimilar muchos aprendizajes a partir de
las experiencia de otros. Lo triste es que casi nunca prestamos atención real a
lo que nos están diciendo, lo que nos hace pasar de largo ante cosas que serían
de mucho beneficio.
Cuando conversamos con
alguien, pocas veces estamos cien por ciento en dicha conversación. Casi
siempre estamos en una de estas tres actividades mentales (cuidado si no en las
tres a la vez, lo que hace que ya no solo no estemos atentos a las palabras del
otro sino que nos transportamos directamente a la luna):
* Elaborando una respuesta a
lo que está diciendo el otro (aunque no se nos esté preguntando nada).
* Buscando argumentos para
rebatir lo que está diciendo el otro (aunque no sea una discusión ni haya nada
que rebatir), o decir algo que "supere" a lo que el otro está
diciendo.
* Pensando en lo que tenemos
que hacer después de que termine la conversación.
A lo mejor analizándote
cuidadosamente tú puedes señalar otras actividades varias que realizamos en
nuestra cabeza mientras supuestamente escuchamos a nuestros interlocutores.
Estas tres son las que observo con más frecuencia.
No es nada raro, realmente,
y es una muestra de lo frágil que es nuestra atención. No estamos acostumbrados
a concentrarnos en algo, a enfocarnos en el aquí y el ahora. Siempre estamos
divagando y en ese divagar nos perdemos muchas cosas maravillosas.
Creo que nunca es tarde para
proponernos mejorar algo en nuestra vida. Desarrollar nuestra atención y
hacernos más conscientes de cada minuto vivido es algo que definitivamente vale
la pena intentar.
La próxima vez que converses
con alguien, trata de acallar la cháchara que tiene lugar en tu cabeza y haz un
esfuerzo por escuchar atentamente lo que el otro dice. Te aseguro que te darás
cuenta de muchas cosas que habías pasado por alto y recibirás sabrosas
sorpresas. Yo voy a seguir trabajando en eso y seguir colocando nuevos
ladrillos en mi vida en construcción.
Hola! Llegué acá desde Jackie Rueda.
ResponderEliminarJustamente estoy pasando por un momento en el que mi cabeza está llena de basura que me impide disfrutar de la vida real, por lo que el consejo de limpiar el closet mental me viene perfecto. Intentaré ponerlo en práctica.
Saludos desde Argentina!
Gracias, Sil. ;)
Eliminar