Faltan pocas horas para
que termine el 2011 en el momento en el que escribo esta entrada. Ya en muchos
países celebraron el cambio de
número y colgaron el nuevo almanaque en la pared.
El último día del año tiene una magia especial: esa
promesa de lo nuevo, la ocasión de dejar atrás aquellas cosas no tan buenas que
nos tocó vivir y la oportunidad de comenzar a escribir en un cuaderno nuevo la
historia que queremos vivir a partir del primer segundo de los próximos 365
días.
Miles de propósitos se disparan al universo en el
momento en el que las agujas se juntan apuntando hacia arriba. Buen augurio
debe ser ese. Tanta energía positiva en tantos corazones al mismo tiempo nos
debe llenar de esperanza.
Confieso que ha sido un año, en lo personal, con altos
y bajos. El último mes del año no ha sido de los mejores. Pero como siempre
ocurre, en este entretanto llenamos los minutos sopesando nuestras vivencias y
fieles a nuestra idea de vivir el presente nos damos cuenta de que no nos ha
ido tan mal. Estamos aquí y ahora, respirando, viendo, sintiendo y siendo. ¿Qué
más podemos pedir?
Como todos, me hago propósitos de año nuevo. Muchos quizá
serán olvidados en algún lugar del subconsciente; otros, espero yo,
permanecerán en primera fila, guiando cada paso y cada decisión en el 2012.
Uno de mis propósitos es no olvidarme de aquellos que
permanecen injustamente privados de libertad, ni de aquellos que no tienen la
suerte de tener un plato de comida tres veces al día; ni de los que dieran lo que
no tienen por un vaso de agua limpia. Quiero recordarlos no desde la
perspectiva de la tristeza ni la compasión, sino desde la convicción de que mi
deseo y la energía que ponga en ello de alguna manera será un granito de arena
para mejorar las cosas.
Esa es la magia de los últimos minutos del año, cuando
todo es factible, cuando la esperanza lo cubre todo y los sueños imposibles
comienzan a mostrar dejos de posibilidad. Tengo esa loca idea de que quizá
podamos hacer que la magia de estos momentos dure todos los minutos del año que
vendrá. No sé, digo yo, esas son las cosas que pasan por mi mente, aquí,
mientras escribo el último post del año pensando en cuáles serán los próximos
ladrillos de mi vida en construcción. ¡Feliz 2012!
Feliz Año mi querida Cayito, para ti y los tuyos deseo tantas cosas buenas que no me cabrian en este cuadrito blanco, pero tu lo sabes. TODO lo mejor hermana de mi vida y mi corazón.
ResponderEliminarTe quiero más y me mato, vos sabeis verdad?