Estaba haciendo una limpieza de archivos en mi computadora e igual que pasa cuando ordenamos el ropero, y vemos un vestido que no nos ponemos hace mucho tiempo, no resistimos y nos lo probamos. Así la labor que debía tomarnos una hora, nos ocupa el día entero.
Bien, así me pasó con esta revisión de la compu. Cada archivo que veía me llevaba irresistiblemente a abrirlo y leerlo. No me arrepiento. ¿Saben por qué? porque encontré algo que escribí hace mucho y apareció justo cuando me hacía falta recordarlo. Fue un escrito sobre algo llamado Ikigai al que también hice referencia aquí en el blog. En esa oportunidad lo escribí para una revista dirigida por una muy buena amiga. Hoy, con algunos retoques, se los ofrezco a ustedes:
Hace un tiempo tropecé con una palabra que nunca en mi vida había escuchado: Ikigai. ¿Suena rara verdad? Claro, es japonés y no creo que a no ser en Japón, haya mucha gente por allí dominando la lengua de la tierra del sol naciente así como así. ¿Sabían ustedes que los ideogramas que conforman lo que para nosotros es la palabra Japón, Nihon-koku, significan literalmente “el país del origen del sol”?
Bueno, no es del Japón de lo que estamos hablando, sino del Ikigai. La palabra en cuestión la leí en un reportaje que hablaba de las formas que existían para mantener joven nuestro cerebro. Incluía entre otras cosas el ejercicio, la buena alimentación, es decir, todo lo que siempre prometemos que vamos a hacer, y después de dos intentos, desistimos.
Hasta ahí no había nada diferente a cualquier cosa que hubiera leído anteriormente para mantenerse joven y prolongar nuestros años de vida. Cuando llegué al Ikigai, de verdad que me picó la curiosidad. Me puse a navegar un poquito por el mundo de la ciberinformación, y realmente el tema es apasionante.
El Ikigai es el vocablo con el cual los habitantes de Okinawa (Japón) denominan a lo que hace que la vida valga la pena, lo que nos hace desear despertar cada mañana, el motivo para vivir. La población de Okinawa es una de las más longevas del planeta. Lo común allí es que la gente pase de los cien años, eso sí, con buena salud y viviendo plenamente. Muchas de las enfermedades que cada vez nos aquejan más por este lado del planeta son bastante ajenas a los okinawenses.
El Ikigai además es una forma de vida. Para ellos es vital mantener el cuerpo y la mente ocupados, mantener relaciones estrechas con la familia y ser activos socialmente. En este sentido existe algo llamado moai, una especie de sitio de reunión, donde cada día se encuentran para conversar, contarse sus cosas, ayudarse mutuamente, en fin, mantenerse activos en diferentes formas, física, mental y en este caso espiritualmente, porque nada llena más el espíritu que contar con un grupo de amigos con quienes compartir la vida.
El Ikigai, según lo entiendo después de haber atravesado el vasto océano del internet en su búsqueda, es la necesidad de seguir teniendo deseos de vivir, de saber cuál es el sentido de nuestra vida, ese saber para qué nos levantamos esta mañana.
Me parece un extraordinario concepto no solo para llegar a ser tan longevos como los okinawenses, sino para que esa larga vida tenga un contenido positivo y esté llena de momentos de felicidad, que al final es a lo que venimos a este mundo, a ser felices.
Decídase desde ya a buscar su ikigai. Todos tenemos un ikigai frente a los ojos y nos negamos a verlo porque tendemos a buscar y darle más importancia a las cosas negativas que pasan por nuestra existencia. Yo tengo mi lista de ikigai, esas cosas que me dan ganas de levantarme y vivir el día que comienza. Ver crecer y oír reír a mis hijos; ver a mi esposo feliz; ver sonreír a mis padres; hablar todos los días con mis amigas (aunque sea virtualmente); disfrutar del sol cuando despunta en la mañana y desparrama esa cantidad de colores que ningún creyón puede repetir; respirar profundo y sentir el aire llenar cada espacio en mis pulmones; observar cómo crecen las plantas sin mayor esfuerzo; disfrutar hasta las pequeñas florecitas que se esconden dentro de la hierba. En fin, Ikigai hay para escoger.
Vivir cada día con su afán, disfrutarlo al máximo con sus cosas buenas y las no tan buenas, esperar lo mejor de todo y de todos. Eso es Ikigai. Comience desde ya a buscar esa razón que le hará despertarse mañana con la alegría de que vivirá un extraordinario día...y sigamos poniendo ladrillos en nuestra vida en construcción.
Carolina, me gustó mucho este post sobre Ikigai, mi cerebro lo tradujo por motivación, y entonces todo se hizo claro en mi mente. Cuan cierto es todo lo que escribiste, cuanto necesitamos motivaciones diarias para vivir a plenitud, no importa en que circustancias. Siempre podremos encontrar un Ikigai!
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