Las dos últimas semanas han tenido un toque especial. No me ha pasado nada extraordinario digno de publicarse en el New York Times, pero me he sentido muy bien. Lo de nada extraordinario es un decir, porque mágicamente cada día he recibido algo especial de alguno de mis amigos y amigas. Un mensaje al celular, una llamada a deshora, un empujón de ánimo, un abrazo gratuito, un comentario cariñoso, un regalo inesperado. En fin, fue como una tormenta de amigos que se revolvieron y me dejaron una carga de energía cada uno, lo que ha provocado que tenga mis reservas llenas.
He estado full trabajando en el proyecto que les comenté en un post anterior porque estoy empeñada en pensar en que me va a dar muy buenos resultados; he estado tomando fotos inspirada por mi amiga Jackie, y he estado preparando mi fabuloso martes, o sea mañana, en que voy a ver después de veintitantos años a mi amiga Mary. ¿Se acuerdan de ella? La que vive en Italia.
Está de visita en el país y mañana voy a viajar hasta donde está ella para darle un abrazote que las dos vamos a quedar turulatas…pero contentas.
Me encantan mis amigos. La mayoría no los tengo cerca geográficamente, pero están tan cerca de mi corazón que si se esfuerzan un poquito pueden oír el tutún, tutún, tutún.
¿Vieron? No era nada digno del NYT, pero para mí es de primera plana en esta búsqueda de ladrillos para mi vida en construcción.
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