Hace días que debía haber escrito este post, pero circunstancias más, circunstancias menos no me lo habían permitido.
Tengo que empezar escribiendo que internet es una maravilla. Que este nuevo mundo que se ha abierto ante nosotros y que cada día nos muestra nuevas puertas por abrir, es espectacular. Hay quienes tienen aún sus reservas. Yo no. Yo he disfrutado mucho con esta autopista donde voy a la velocidad que quiero y me estaciono donde me place quedarme un rato a disfrutar, sin que nadie me ponga una multa por alta o baja velocidad.
Gracias a este inventillo de algún gringo iluminado, se han presentado a mi vida situaciones que antes hubieran sido inimaginables. Un ejemplo es el Facebook, al cual estuve bastante reticente a pertenecer al principio. No le veía el queso a la tostada. No entendía con qué se comía eso, ni qué ventaja pudiera traerme registrarme en una red social de moda. Pero, curiosa al fin, no resistí la tentación de conocer al monstruo por dentro. Al principio nada especial. Mi lista de amigos era la de mis conocidos diarios, al que veía en el supermercado, la farmacia o la panadería.
Pero, oh momento de iluminación, comencé a encontrarme gente muy querida que por cosas de la vida, unas buenas y otras malas, había dejado de ver hacía demasiados años. Mis compañeros de escuela, de secundaria y lo máximo, mis panas de la universidad. He ahí cuando se produjo el momento mágico del FB. Para eso era, pensé para mis adentros.
Esos cariños intensos que se forjan en esa etapa tan especial de nuestra vida que a pesar de la distancia obligada por el destino, nunca se olvidan.
Gracias a esta herramienta me he reencontrado de una manera mágica con mis amigas de andanzas universitarias, las de las conversaciones en los banquitos, de los devaneos amorosos contados en papelitos, la de las estudiadas hasta altas horas de la noche para aquel examen súper importante.
Mis amigas y yo hemos conformado un grupo ultrasólido que yo llamo cuando me refiero a ellas ante otras personas, como mis amigas del té de las cinco, pero que entre nosotras nos llamamos cuarensexies. Cada día nos damos el tiempo de contarnos nuestra jornada, nuestros problemas, nuestros triunfos, las gripes, los males de amores, las gracias de nuestros hijos, las necedades de nuestros adolescentes, nuestras enfermedades. No hay día que no salgamos cada una con una sonrisa de ese compartir diario. No es un chat, lo hacemos en un hilo, así que cada una escribe en el tiempo que puede y las otras lo leemos en el tiempo que podemos.
Para los que creen que la comunicación virtual no puede compararse con la real, con la visita, con la llamada telefónica, yo le digo tajantemente que no es así. La virtualidad nos da la libertad de decir y expresar sentimientos que a lo mejor cara a cara, por nuestras crianzas, maneras de ser, etc, no lo haríamos. Nuestro grupo ha forjado un amor incondicional, continuación de aquel cariño regado a punta de guardar pupitres, prestar apuntes y hablar del profesor de turno.
Pero cuando pensé en escribir este post, no lo había imaginado en función de mis cuarensexies sino de algo mágico ocurrido hace muy poco en este mismo blog. Un muy querido amigo con quien compartía la aventura de esperar en una parada de bus a las 5:30 am todos los días para ir a la universidad, me encontró gracias a esta bitácora que un día decidí comenzar para buscarle las cosas lindas a la vida. Esa que vamos construyendo día a día.
Recibo un comentario de alguien que me conocía y al principio no podía creerlo, de hecho recordaba su nombre pero no su apellido por lo que no estaba segura de que era él. Pues sí, era él, mi muy querido acompañante madrugador. ¿Y qué tiene de mágico eso? se preguntará usted. Pues resulta que mi amigo estaba de vacaciones en un pequeño pueblo francés. Necesitó hacer una transacción por internet y fue a un cyber para conectarse. Se sentó en una de las máquinas y allí, como esperando por él, estaba abierta la página de un directorio de blogs justamente mostrando el nombre de este humilde blogcito. Al curiosear, mi amigo descubrió que lo escribía aquella muchacha que compartía con él el amanecer en un bus rumbo a la universidad.
Para mí es magia, es encuentro divino, es mi color rosado entre tanto color oscuro que hay en el planeta. No cambiaría por nada mi relación con mis cuarensexies , ni el reencuentro causal con mi viejo amigo. Seguiré navegando cada vez que sea posible por este mar de información lleno de ceros y unos, compartiendo mi peñero con aquellos cariños que son parte de mi vida en construcción.
ah nooo... tramposaa!!.. Me has hecho lagrimear leyéndote. Eso no se hace!... pero más en serio (que sí, era serio) GRACIAS CARO por esto tan bello que has escrito de este mucho más hermoso grupo que hemos consolidado Me identifico totalmente con lo que escribiste y me alegra además que hayas encontrado a tu otro amigo.
ResponderEliminarDe veras que sí, tenemos que agradecer a Internet , al Face y a nustra cosntancia y empeño de estar patria o muerte... de demostrarnos todo lo que -por cualquier motivo- no pudimos demostranos en la universidad, de crear este lazo tan sólido y profundo. Inquebrantable ya!
Un beso, Caro!!
*te botaste!
>Por cierto, no quería irme de acá... estaba oyendo la música junta a esa gatita!!.. Maravillosa!
ResponderEliminarCarolinchi eres toda una revelacion constante de talento... Me encanta tu blog... La vida es esto una construccion y un descubrir constantes.
ResponderEliminarY esta llena de sorpresas: quien lo diria?, en pleno siglo XXI y despues de 25 anos, nos hemos encontrado y conocido, hemos recordado y rescatado viejos vinculos, tal vez precarios contactos en la universidad, un hola y un chao... Ahora somos un mar de sabiduria y experiencias...
Esta comunicacion virtual es una maravilla, yo como tu le agradezco a la vida haberme permitido conocer y experimentar esta herramienta!!! que ademas me permitio conocerte y recuperar ese tiempo perdido en la universidad porque no te conoci como ahora
¡Esta Vida en Construcción me encanta!Estoy muy orgullosa de tí amiga. Y me he emocionado hasta las lágrimas por ser una se las cuarensexies y porque describes muy bien lo que significa para nosotros ese lugar de nuestros encuentros.Donde hay día a día, risas, lágrimas y calenteras. Lo hermoso es que es tan versátil. Un día nos sentamos a gozar el otoño de Montreal o el atardecer romano, el afán de nuestra amiga mayamera,la brisa del mar en oriente o los afanes de nuestras valientes caraqueñas, relajándonos en San Antonio de Los Altos.
ResponderEliminarAmiga,para mí esta autopista representa mucho, fuera de Venezuela hace tantos años,con mis amigos regados por todo el mundo. Además,como bien dices, con Facebook hemos rescatado esa vijeas amistades de las que quizás jamás habrías vuelto a tener noticias. A mí me ha dado grandes alegrías.
Este reencuentro con tu amigo de la juventud es algo mágico...
Mary