Carolina González Arias

lunes, 21 de septiembre de 2009

Melodías y olores del recuerdo

Estos días fueron de corredera y algo de angustia. Mis padres, que ya son bastante mayores, no estuvieron bien de salud por lo que los últimos días fueron dedicados a ellos. Pero algo bueno quedó de estas jornadas de nervios y sustos: un tema para escribir hoy en el blog.


Ya mi padre quería volver a su casa y un rato antes de que partiéramos, mi hijo puso una canción de Rubén Blades en YouTube. Mi papá nos preguntó si ahí salía alguna canción de Ñico Saquito, un cantante de los años 30 que a él le gustaba mucho. Le conseguimos la canción, la cantó, mi madre también cantó (a pesar de su frágil memoria, recordaba estas viejas canciones). Así fue mi padre pidiéndome canciones de distintas orquestas y cantantes de su juventud, hasta que partimos a su casa.


En el trayecto íbamos callados todos, absortos viendo el tráfico insufrible un día sábado, hasta que mi padre expresó con un suspiro de satisfacción: “Esta sí que ha sido una buena tarde”. Le pregunté que porqué decía eso y me contestó: “escuchar esas canciones me trajo muchos buenos recuerdos y sensaciones”.


Y es cierto. A mí me pasa no sólo con música sino con olores. Esto último me da pie para contarles otra anécdota, ésta protagonizada por mi hijo. Un día que tenía que salir a hacer unas diligencias, me coloqué un perfume nuevo que había comprado recientemente. Al darle un beso a mi hijo para despedirme, me dijo: “mami, hueles al Sambil de Margarita” (El Sambil es un Centro Comercial muy bonito en la isla de Margarita). Me dio mucha risa porque tenía razón, pues al caminar por el Sambil y pasar por las perfumerías, los olores le quedan a uno pegados en las neuronas.


En cuanto a olores a mi me encanta el de los lápices y cuadernos nuevos. Cuando se los compro a mis hijos y los huelo, automáticamente mi mente se va a mis días de infancia, imágenes de clases con las maestras María Magdalena y Beatriz, y recreos para correr en la arena (mi escuela estaba situada a metros de la playa y los galpones que servían de salones estaban construidos sobre la arena) y asomarnos en el paredón de atrás buscando huecos en los ladrillos para ver las olas romper en la orilla.


Si de música se trata, hay una que me evoca un recuerdo particular. Cada vez que escucho la canción Convergencia, llegan a mí los recuerdos de cuando teniendo unos cinco o seis años participaba los sábados en el arreglo de la casa con el sonido infaltable de la radio en una emisora que colocaba frecuentemente esa canción y todos la cantábamos.


Son muchos los olores y melodías que me llevan a otros tiempos y espacios. Nuestra mente es algo excepcional, nos ayuda a construir cada día nuestra vida, dándonos esos atisbos sabrosos de los ladrillos que ya colocamos.
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5 comentarios:

  1. la inolvidable escuela miguel suniaga de pariata, maiquetía... la ola de recuerdos es infinita... el olor de los uniformes nuevos se suma al de los lápices, el aroma del mar que entraba por los huequitos de ventilación de los módulos de aulas, la arena salitrosa que inundaba los cuadernos... toda aquella hermosa precariedad en la que crecimos y nos hicimos personas adultas, donde nos cultivaron aquellas Maestras de vocación infinita... maria eduviges (qedp), guillermina vasconcelos de acuña, maría magdalena panza, beatriz guerrero (twice) y el inolvidable maestro fernando campos (qepd)... thania mora...
    mis saludos
    maría del nogal

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  2. Carolina que nostalgia me evocan los olores de mi infancia y tu los trajiste a mi mente. El olor a tierra mojada es uno de mis preferidos, luego que la lluvia calma la sed de raices sedientas...La sopa de pollo, su aroma me asoma la sonrisa de mi abuela que ya no está entre nosotros...El olor a Pino me transporta a navidades inolvidables destapando los regalos del niño Jesús... Gracias por tan bella nota.

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  3. Será que como las dos somos Tauro nos unen las mismas cosas. A mí también me apasiona escribir y estoy esperando el momento adecuado para escribir mi libro. Mientras tanto leo y leo todo lo que llega a mis manos. Esto de los olores me encanta, me remonta a mi infancia cuando en compañía de mi madre y hermanos íbamos a las playas de El Tirano y El Cardón cuyo olor de sus algas no lo he olfateado en ninguna parte. Aquí en Puerto La Cruz hubo un olor inconfundible, el de la refinería de la Gulf, a nadie le gustaba pero yo lo encontraba así como místico, no me desagradaba. El tilo que hacía mi abuelita cuando sentía alguna molestia,el olor era tan dulce como ella. Y qué decir del olor de un bebé, en especial si es el propio. Ahhhh. !Qué delicia!....

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  4. y el olor a sobaco del portugues Manuel que paseaba por todos los pupitres?

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