Carolina González Arias

jueves, 8 de abril de 2010

Justo y Miriam

Yo tengo un amigo que se llama Justo. No hay otra persona a quien su nombre le quede mejor que a él. Algo sabía su mamá cuando lo bautizó porque no sólo es un hombre justo, sino solidario, comprensivo, dispuesto, trabajador, inteligente, un padre dedicado y además es un artista extraordinario.
Ustedes dirán que siempre hablo de mis amigos y todos son increíbles, chéveres, buenas gentes. Pues sí. ¿Qué culpa tengo yo si el destino me ha puesto en el camino gente entrañable con quien compartir vivencias, buenas y malas? No digo que mis amigos no tengan defectos, como todos en este planeta, pero de que son especiales y tienen virtudes que borran cualquier cosilla molesta, lo son.
Justo tiene una esposa encantadora, Miriam, a quien por cosas del destino le ha tocado enfrentar momentos duros por razones de salud. No ha sido fácil la ruta que han tenido que transitar, pero Justo ha estado allí para ella en todo momento. Nunca ha fallado.  Desde el primer momento sus palabras para su compañera de vida fueron: “Yo asumo mi responsabilidad y lo hago porque te quiero y es un compromiso de pareja, de dos”.
Si eso no es especial en tiempos en que a uno le ha tocado ver esposos que a la primera dificultad abandonan a su mujer y si la dificultad es una enfermedad, la huida es más rápida, ustedes me dirán.
No nos hagamos los locos. Sobre todo en nuestros países latinoamericanos, el cuidado de los enfermos y ancianos en las familias corre a cargo de la mujer. Si usted ve un hombre enfermo, anótelo que al lado siempre verá a la esposa al pie del cañón.
La mayoría de las veces, cuando es la esposa quien se enferma, vemos a su lado a la mamá, la hermana, la tía, la comadre, en fin, a alguna mujer de la familia, pero son contados los casos que el esposo se entrega a la dura misión de estar como una columna apoyando y sosteniendo a la pareja.
Y es que Justo no sólo apoya sino que tiene detalles tan dulces como pedirle a su mujer, luego de 17 años casados por las leyes de los hombres, que se casara con él por la ley de Dios. Ya llevan 18.
Por supuesto que para una persona como Justo tiene que existir una  persona como Miriam. Realmente son un par de dos. Ella también es un ser especial. Tiene una fortaleza que deja perplejo a cualquiera. Y claro, como todos mis amigos, es simpática, inteligente, conversadora y optimista a toda prueba.
Bueno, por todas estas cosas hoy quise escribir sobre Justo y al hacerlo sobre él también lo hago para rendir homenaje a todos aquellos hombres que han decidido estar en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad con la persona con quien decidieron compartir su vida. Conocer a Justo y a Miriam es tener una mezcla más fuerte para seguir pegando ladrillos en mi vida en construcción.
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3 comentarios:

  1. Muy bien Carolina! Muy "justo" hacerle un reconocimiento a tu amigo Justo y a todos los hombres valientes y responsables. Yo me siento afortunada por tener a mi lado uno de esos "palo de hombres" que no salen corriendo con el primer ventarrón de enfermedad. Permaneciendo en su puesto amorosamente,apoyando,animando, sonriendo y haciéndome sonreír!

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  2. Excelente historia de dos nobles personas en una socidad que tiende cada vez mas hacia el minimalismo.

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  3. Refrescante historia de dos nobles personas en una sociedad que tiende cada vez mas hacia el minimalismo.

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