Hace tiempo que tengo este lugarcito abandonado. Muchas cosas han pasado en mi vida en construcción desde mi último post, las cuales han provocado cambios que aún estoy digiriendo. La situación de mi país no ayuda mucho a pegar los ladrillos de mi vida. Yo, que siempre me ufano de ser optimista por convicción y creer en el pensamiento positivo, me he sentido afectada y decaída por todo lo que ocurre en este pedacito del planeta.
Pero hoy me tocó ir a mi cita semanal con mi acupunturista. Es lo máximo. Cada vez que me toca mi sesión con las agujitas todo se pone más clarito. Primero porque me alivia un montón mis dolores y segundo, porque ese tiempo es mío absolutamente. Sola, llena de agujitas, con una música hermosa y un ambiente relajado, trato de no pensar en nada (muy difícil pero se intenta), olvidar el día a día, las noticias, los achaques, las obligaciones, y empiezo a pensar en las cosas que quiero como si ya las tuviera, como diría mi hijo mayor: me voy a mi lugar feliz.
Ahora, ya al final del día, me senté un rato en la computadora y decidí voy a tratar que ese lugar feliz sea la constante en mi vida y no unos minutos a la semana. Mi gato (Tintín), a quien estoy observando en este momento, me demuestra que ciertamente la vida es para ser feliz con ella. Él, tan relajado, parsimonioso, sin preocupaciones, me da a entender que así es que estamos supuestos a pasar por el planeta. Tintín sabe que la vida es una sola (no creo en eso de las nueve vidas del gato), por lo menos en este plano, y hace lo que quiere y lo satisface en cada momento. Si tiene ganas de amapuchar y ser amapuchado busca al primero que le pase la mano; si no está de humor, pues no le hace caso a nadie, aunque le supliquen un poquito de cariño; si quiere comida la pide de manera que nadie pueda resistirse a su pedido; duerme cuando le viene en gana y no le presta atención al mundo aunque se esté cayendo.
Lo estoy viendo y creo que voy a ser un poco más como Tintín. Vivir sin pensar mucho en qué pasará mañana, porque, como me dijo alguien: “tú no sabes qué trae el mañana ni el mes que viene, ¿vale la pena que estés preocupada y amargándote la vida por algo que no sabes si sucederá?”. Hacer y decir lo que sienta, aunque a alguno no le guste. A Tintín no le preocupa si le dicen gordo, dormilón o comelón, él es feliz sin importarle lo que nosotros pensemos. Yo quiero ser como Tintín.
Con la acupuntura y Tintín (a partir de ahora será mi gurú) espero no volver a abandonar mi blog rosado y seguir poniendo ladrillos con buena mezcla en mi vida en construcción.
Que bello era Tin Tin!!!
ResponderEliminarFelicitaciones por buscar una forma de sobreponerse a las dificultades de la vida. Y... aunque no me gustan los gatos encuentro precioso a Tin tin y me parece excelente aprender de él cómo vivir mejor.
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